LA SOLEDAD DE LA MATERNIDAD
He leído un artículo sobre la soledad de la maternidad en la época en la que vivimos, y me ha hecho pensar.
Pensar en que en verdad, estamos viviendo una época en la que más que nunca está muy presente el individualismo.
Tú eres mamá en tu casa, con tu hijo, te buscas la vida, sin ayuda de nadie, tu hijo y tú solos en casa, atado a él y dependiendo 100% de él, cansada, agotada, con la casa patas arriba y mil cosas por hacer.
Te levantas del sofá como puedes porque el pequeño se ha dormido y te dispones a hacer la comida… cuando un llanto que te reclama desconsoladamente te obliga a dejar todo para atenderlo.
Sales de casa (con la primera ropa que ha llegado a tus manos) y cuando subes al ascensor te das cuenta que ni siquiera te has peinado, sacas una goma del bolsillo y te apañas como puedes. Paseas al pequeño para que los dos podáis tomar aire y relajaos un poquito, pero al poco rato vuelve a llorar, otra vez sin consuelo, hasta que lo coges en brazos, claro. Y ahí estas tú, en medio de la calle, con tu peque en brazos, el carro, y con ganas de llorar porque lo único que quieres es descansar un poco.
¡¡QUE SOLAS ESTAMOS!! ¿PORQUE?
Estamos creando una sociedad, que fomenta la independencia, que palabra más bonita, que nos hace sentirnos fuertes y poderosas porque no dependemos de nadie para hacer las cosas. Pero despertemos, bajemos de ese pedestal de prepotencia que nos aísla y nos impide pedir ayuda.
Ayuda, una palabra que nos cuesta mucho digerir, sobre todo si somos nosotras las que la tenemos que pedir. Así que llamémosle COLABORACIÓN.
Las fábricas están llenas de operarios que trabajan uno en colaboración con otro para conseguir un mismo fin, y esa es la forma de conseguirlo. Sería inviable que uno sólo lo hiciese todo.
Reunámonos con madres, hagamos amistad con vecinas, llamemos a madres, suegras o tías simplemente para dar un paseo. Todo ésto nos proporcionará un desahogo cuando compartas con otras mamás las vivencias que pensabas sólo tú estabas teniendo, cuando tu madre, tía o suegra te acompañen al paseo y cojan al niño llorando, encantadas de hacerlo y tú simplemente te sientes en un banco a oír el viento.
Hace años, ésto funcionaba de distinta manera, las vecinas se conocían, se ayudaban y se quedaban con los niños de otras vecinas cuando iban a hacer la compra o algún recado. Era lo normal, colaboraban unas con otras.
No tengamos miedo de pedir ayuda, mejor dicho, colaboración, tú colaboras conmigo, yo colaboro contigo, yo te dejo que me acompañes a pasear y a la vez estás con tu nieto, sobrino… pero verdaderamente eres tú quien me está ayudando a mí a descansar un poco.
HAGAMOS PIÑA, AMIGA.

